Como mencionaba en entregas pasadas, la cuarta revolución industrial ha transformado las reglas del juego del mercado publicitario. La práctica se ha transformado debido al surgimiento de las redes sociales y su incursión en el mercado de los anuncios pagados. El efecto se puede dividir en los siguientes vectores:
Des-localización: la agencia ya no es el lugar en donde se genera y transmite el conocimiento de la práctica. Numerosos expertos de renombre viajan por el mundo ofreciendo sus habilidades sin contar con una oficina u equipo de trabajo fijo. Este tipo de profesionales han sido denominados en los últimos años como nómadas digitales.
Democratización: mientras que la práctica publicitaria estaba restringida a unas pocas agencias que monopolizaban el conocimiento técnico del mercado, en la actualidad es aprender estos tecnicismos a través de cursos en línea, tutoriales o e-books disponibles en cualquier lugar. Lo único que se necesita para convertirse en un experto es dedicación y tiempo.
Incertidumbre: la novedad tecnológica ha creado una asimetría de la información que provoca que muchos charlatanes se postulen como expertos en la materia sin contar con los conocimientos o la experiencia adecuada. La falta de conocimiento de los clientes en la materia los ha vuelto vulnerables a hacer un uso ineficiente de sus recursos destinados a publicidad o marketing.
Ante este panorama elegir un aliado para colaborar con la publicidad digital de la empresa se ha vuelto un asunto complejo. Mientras que la democratización de la técnica y la des-localización han empoderado al individuo frente a la organización tradicional, la incertidumbre que provoca la asimetría de la información provoca que en ocasiones se contrate a un supuesto experto que no alcanza a trazar una estrategia adecuada para cumplir los objetivos de la empresa.
El trabajo desde casa exige una gran capacidad de auto-gestión y organización que no muchos profesionales poseen, más aún, este tipo de habilidades se adquieren trabajando en equipos, realidad que se da principalmente en el mundo de las empresas.
Si bien es cierto que hoy en día no es necesario pasar por una agencia para conocer el know-how de la práctica publicitaria, dependiendo de la cultura organizacional de la agencia se puede añadir o restar valor al capital humano que ejecuta las estrategias de marketing o publicidad. En nuestra agencia, contamos con una estructura de trabajo consolidada que nos permite trabajar por objetivos y recortar las horas de colaboración presencial. Sin embargo también procuramos reunirnos presencialmente para cuestiones creativas y generar intercambios de ideas que enriquezcan los contenidos y las estrategias de nuestros clientes.
Al final del día, lo que una organización formal puede ofrecer a las empresas es sencillamente la fortaleza colectiva de un equipo de personas bien consolidado. Es responsabilidad del consumidor analizar si la agencia tiene una integración adecuada entre sus miembros que permita que el capital humano de la misma florezca o se vea impedido en su crecimiento.
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